jueves, 18 de diciembre de 2014

Crónicas de la Pequeña Jungla II

Un brillante día me sorprendió. Los colores del mundo me invadieron, sustituyendo a la conocida negrura de la inconsciencia. Una verde realidad me envolvía, en un universo lleno de viva y movimiento. Destellos de luz se filtraban desde la espesura que formaban los titánicos árboles, que competían entre sí por el puesto más privilegiado. El suelo quedaba alfombrado por caídas hojas cuya gama iba desde el verde intenso hasta el negro profundo, pasando por amarillos y marrones varios. A mi alrededor había blancas esferas, algunas intactas y otras rotas, como la de donde había emergido. Mis hermanos brotaban por doquier de ellas, una pequeña legión. A tientas, exploré mi entorno, sin querer alejarme demasiado. Todo era nuevo para mí, la calidez del aire, la agradable humedad, las sombras de los enormes habitantes del lugar. Comencé a trepar, obedeciendo a un impulso que estaba grabado en mi sangre. Y con cada paso que daba, los descubrimientos de mi nuevo hogar se incrementaban.

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