jueves, 9 de abril de 2015

Testigo Inesperado


A continuación, otro relato de la antología "Compendio de Mundos":


                                                     TESTIGO INESPERADO



Mi paseo nocturno me había llevado a la periferia de mis dominios. Dominios simlicos, claro, ya que no era dueño nominal de las oscuras calles. Caminaba elegantemente con paso despreocupado por solitarias calles iluminadas por exiguas luces. Poco me importa, en cualquier caso veo bastante bien de noche. Dejando ats el clásico empedrado me iba adentrando en zonas más modernas de la ciudad y por tanto, más bulliciosas. Mi gusto caprichoso me había impulsado a acudir, en contra de lo que era normal en . Las luces se había tornado más brillantes, y por todas partes bullían multitudes. Pa velozmente entre ellos, hasta acercarme a la zona qué frecuentaban los jóvenes. Un grupo de chicas se me que mirando   mientras pasaba a su lado. Les devol una brillante mirada de mis ojos verde intenso, haciendo que sonrieran, prendadas. Una incluso hizo un gesto que indicaba que quería acercárseme. Pero para entonces yo ya seguía mi camino. No estoy interesado en recibir cariño ahora. Quizás en  otro  momento. Al  fin  y  al  cabo  tenía  un  encanto innato  que  atraía  al  género femenino. Esbocé una sonrisa que dejó entrever mis puntiagudos colmillos. Por suerte ya había comido, a que no debía preocuparme de cazar. Busqué un callejón solitario donde relajarme un rato, ya que tanto ruido comenzaba a molestarme. Por suerte el objeto de mi búsqueda estaba cercano. En el oscuro callejón tan solo penetraba la luz de una creciente luna, que parecía sonreírme, a , su compañero de andanzas. Encontré una balconada fácilmente accesibl y que tenía toda la pinta de llevar abandonada mucho tiempo. Con la agilidad propia de un atleta me encaramé a ella y me acomodé. Las horas pasaban mientras hacía el perezoso impunemente y con total libertad. El frescor de la noche siempre me ha resultado placentero. Mis ojos ya empezaban a cerrarse, dispuestos a sumir a mi cuerpo en un agradable descanso cuando alguien invadió el callejón. No me gustaban las sorpresas, a que me vi obligado a desperezarme. Una pareja, o eso parecía. Destilaban tanta pasión que podía olerla desde aquí. Se encontraban en plena faena, pero no era nada que no hubiera visto antes, así que me iba a disponer a ignorarlos cuando algo me llamó la atención. Ese chico. Tenía un aire inconfundible...,a depredador. Los que tenemos alma de predadores nos reconocemos fácilmente. Cambié de posición para observarlos mejor. Me revol el pelirrojo cabello sin llegar a cerrar los ojos completamente, pues no quería perderme detalle. No parecía que fuera a pasar nada..., hasta que el hombre sacó de forma casi imperceptible una aguja de su bolsillo y le dio un pinchazo a su pareja en el cuello, dejando caer casi al momento el objeto. Lo hizo con tal habilidad y rapidez que posiblemente un  ojo  normal  no  lo  habría  percibido  claramente.  Pero  nadie  podía engañar a mis ojos, superiores a los humanos. Una puntiaguda sonrisa se abría en mi rostro. La muchacha parecía sorprendida, pero por un momento no pa nada. Entonces abrió mucho los ojos pareció resbalar contra la pared del callejón. Él se apartó, pero sin desviar la mirada de ella. Interesante. No perdía detalle de la escena. Podía apreciar como la vida escapaba rápidamente de la joven. El fin lle pronto. El asesino recogió su "arma" y la guardó. Luego miró a su alrededor, seguramente para cerciorarse de que nadie lo había visto. Por suerte las sombras me ocultaban oportunamente, y cuando yo no quería ser visto a era. Encendió un detestable cigarro y se agac para cerrar los ojos de su víctima. "Qué gesto tan humano", pen con ironía, mientras movía mi cola con ademán perezoso. Después se fue, sin prisa aparente. Parece que la función ha terminado. Sólo quedaba que alguien recogiera el cuerpo de la actriz, pero no iba a quedarme a verlo. El tedio se había vuelto a apoderar de . Era hora de volver a "casa". Ec un último vistazo al cuerpo desmadejado de la chica. Tenía unos ojos casi tan bonitos como los míos, que lástima. A lo lejos un perro aulló. Se me erizó el pelo, no aguantaba ese sonido tan desagradable. Ya apenas quedaba nadie por las calles, por lo que el paseo se hizo más agradable. Pasando por delante de los escaparates me detuve ante uno particularmente reflectante. Me devolvió una imagen de pelaje pelirrojo ligeramente rayado, ojos verdes como el jade y rasgados elegantemente, unas afiladas garras, dientes agudos, orejas redondeadas y una cola estilizada. Me agradaba esa imagen. Retomé el camino hacia mis verdaderos dominios, pero no sin antes dedicarle a la siempre vigilante luna una sonrisa pícara y decirle sarcásticamente "Miau".

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